Capítulo I

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67. OCAMPO, Florián de .- "Las cuatro partes enteras de la Cronica de España/que mandó componer el Serenissimo rey don Alonso llamado el Sabio. Donde se contienen los acontescimientos y hazañas mayores y mas señaladas que suçedieron en España: desde su primera poblacion/hasta casi los tiempos del dicho señor rey. Vista y enmendada mucha parte de su impresion por el maestro Florian Docampo: Cronista del emperador rey nuestro señor. Con previlegio imperial". Zamora, 1541; CCCCXXVII (sic) folios.

Ver ff XVIIv y CCV, con la heroica defensa, y rendición de Moya ante las tropas de Tarik. Es éste uno de los textos base de la “Primera Crónica General de España”, de Menéndez Pidal, y un magnífico ejemplo del tipo de historias fabulosas de que habla Caro Baroja, “Las falsificaciones de la historia”, a quien remitimos. En el ejemplar que hemos manejado, de la biblioteca de la Universidad de Barcelona, hay al pie de la portada, y escrita a pluma, la siguiente leyenda: "El autor desta obra es el mesmo Rey D. Alonso el Sabio. Lee todo el prólogo y verás".


68. PALENCIA, Alonso de.- "Crónica del Rey Enrique IV". Tres primeras décadas. Recomendamos manejar los tres volúmenes de la B.A.E., números 257, 258 y 267. Madrid, 1975.

El vol. III contiene además los "Nueve libros de la guerra contra los moros granadinos", y unas Notas Biográficas e Históricas del mayor interés para seguir con atención las particularidades del relato, con aporte de fuentes. Es, con Enríquez del Castillo, el más completo testimonio que tenemos de la corte y época del rey Enrique. Muy incisivo y crítico, produce una historia agria y llena de suspicacias a veces poco fundamentadas, y no oculta su animadversión y puntos de vista muy subjetivos sobre personajes y hechos que conoció directamente, lo que advierte Pinel, como era de esperar, págs. 126, 127 y 191, que afirma, entre otras lindezas, que Palencia era "...inclinado siempre a ofender quanto halla delante, derramando en sus escritos mas amarga la hiel de la censura de lo que conviene al oficio de historiador..". Ver Década II, libro II, cap. I, Beatriz de Bobadilla y Mencía de la Torre parten para Coca desde Madrigal, dejando a Isabel. Ambas eran, según Palencia, agentes del Pacheco. Beatriz es cortejada por el arzobispo de Sevilla. Libro VIII, cap. I, tumultos de Segovia contra los conversos instigados por el Pacheco; cap. VIII, y cap. X, negociaciones y entrevista de Segovia, a cargo de Andrés Cabrera y Beatriz de Bobadilla, por intermedio de Alonso de Quintanilla. Buenos consejos de Abraham el Viejo, judío de Segovia y amigo personal de Cabrera. Se tratan las futuras mercedes a los marqueses, de la villa de Moya, recién entregada a Juan Fernández de Heredia, que "había fortalecido el castillo con guarnición y obras de defensa"; Libro IX, cap. I, doble juego de los Cabrera; y Década III, libro XXVII, cap. III, tumultos de Segovia por Maldonado, que narra con cierto verismo, así como el chisme de las relaciones adúlteras de Beatriz de Bobadilla con el Cardenal Mendoza y el conde de Benavente. Hojear las notas biográficas, que valen también para la cuarta década.


69. PALENCIA, Alonso de.- "Cuarta década de Alonso de Palencia". Madrid, 1970-1974. 2 vols. Estudio, texto y traducción de José López de Toro. Archivo Documental Español. Real Academia de la Historia. Tomos XXIV y XXV.

Ver vol. II, Libro XXXIII, cap. IV, rebelión de Moya contra la tutela de los marqueses, aplastada por la Bobadilla en persona; y Libro XXXVI, cap. VI, las mercedes de Segovia y el Marquesado de Moya para los Cabrera, con notable oposición de los segovianos.

70. PELLICER DE OSSAU Y TOVAR, José.- "Informe del origen, antigüedad, calidad y sucession de la Excelentissima Casa de Sarmiento de Villamayor y las unidas a ella por casamiento ...". Madrid, 1663; 240 págs., 8º.

Los Bobadilla, en págs. 86v a 89v.


71. PÉREZ RAMIREZ, Dimas.- "Catálogo del Archivo de la Inquisición de Cuenca". Madrid, F.U.E., 1982; 823 págs., 4º.

Extensa y completa relación documental, que viene a completar el catálogo de Sebastián Cirac Estopañán, "Registro de los documentos del Santo Oficio de Cuenca y Sigüenza", Cuenca-Barcelona, 1965, de la que hemos entresacado unos 300 expedientes para la Tierra de Moya.


72. PINEL Y MONROY, Francisco.- "Retrato del buen Vassallo, copiado de la vida, y hechos de D. Andrés de Cabrera, Primero Marqués de Moya. Ofrécele al Excelentissimo Señor D. Iuan Manuel Fernández Pacheco Cabrera y Bobadilla, Marqués de Villena, y Moya, Duque de Escalona, etc.". Madrid, en la Imprenta Imperial: Por Ioseph Fernández de Buendía, año de MDCLXXVII. 452 págs., fol., láms. Ilustraciones de Diego de Obregón. Hay edición facsímil de la Asociación Amigos de Moya. Moya, 1992.

Libro por excelencia de la Historia de los Marqueses de Moya. Discreto compendio de asuntos relacionados con la villa y el Marquesado. Fuente bibliográfica la más completa, contiene además extenso repertorio genealógico tomado de López de Haro, Argote de Molina, Garibay, Pellicer, Ortiz de Zúñiga, J. de Quintana, Sansovino y otros. Obra escrita a la mayor gloria de D. Juan Manuel Fernández Pacheco, VIII marqués de Villena y X de Moya, ilustre personaje de la Corte de Felipe V, militar y académico, fundador de la Real Academia en 1714. Consulta Pinel lo que ya debía ser una de las más hermosas bibliotecas de España (Gregorio de Andrés, "La biblioteca del Marqués de Villena"), donde debió encontrar fuentes como el manuscrito "Descripción de la Villa de Moya y su tierra" que, listado por Iriarte de la colección de los Villena, todavía se conservaba a mitad del S. XVIII. Aún así, por la fecha, es dudoso que incorporase los datos de este códice a la historia del Retrato. Conoce también el archivo del conde de Chinchón, según consta en pág. 283, que sospechamos podría formar parte de los fondos de la Casa Moya/Villena, circunstancia que puede inferirse de la carta que Diego, III Conde, dirige a G. Zurita el 18/11/1575 (Col. Salazar, 9/112, ff 656 y 657), en la que afirma que el archivo de su Casa está en el Marquesado de Moya. Esta documentación se integra en la casa Villena, y luego pasa al archivo de los duques de Frías, ver Gregorio de Andrés (Cap. IV). Por otra parte, hay constancia de su paso por la biblioteca del Marqués de Montealegre, por él mismo confesado con agradecimiento en la pág. 197, y advertido por Rafael Floranes en su "Vida de Galíndez de Carvajal", Codoin, tomo XX, págs. 279/406, al comentar una Crónica de Enrique IV que Pinel atribuye a Galíndez, extremo que pone en duda Floranes, y niega López de Toro en su "IV Década de Alonso de Palencia", vol. I, págs. 126 y 129/130, quien otorga la obra a Enríquez del Castillo, aunque Torres Fontes, que también detecta a Pinel, confirma su opinión, véase "Estudio sobre la crónica de Enrique IV", pág. 10. Ciertamente, el mismo año que ve la luz El buen Vassallo, nace también "Museo, o biblioteca selecta de el Excmo. Señor Don Pedro Núñez de Guzmán, Marques de Montealegre ...por el Licenciado don Ioseph Maldonado y Pardo...", y una rápida hojeada a la extraordinaria colección Montealegre permite reconocer buen número de fuentes de Pinel. Ver Rodríguez Moñino, "La colección de manuscritos del Marqués de Montealegre", Madrid, 1951, o bien B.R.A.H., nº 126 (1950), 127 (1950), y 128 (1951). Lógico nos parece que formara parte de la afamada tertulia del marqués de Montealegre, junto a Nicolás Antonio, Lucas Cortés, José de Pellicer, Luis de Salazar y Castro y otros de no menor condición intelectual que también tuvieron a su disposición este riquísimo tesoro bibliográfico, hoy disperso, véase "La biblioteca manuscrita del Instituto de Valencia de Don Juan", por G. de Andrés, en Cuadernos Bibliográficos, XXXVII, 1978, págs. 207/219. Por otra parte, él mismo reconoce en la página tercera de su dedicatoria que, para caminar en esta historia sin tropiezo, "ha sido forçoso recurrir al olvidado depósito de los Archivos, examinar mucho número de escrituras, y reconocer masnuscritos no vulgares, guardados en las librerías de personas graves, y eruditas, en que se descubre la verdad más desnuda". Le creemos, a juzgar por el gran caudal de información que maneja y debe proceder, fundamentalmente, del archivo familiar de los marqueses de Villena, importante evidencia que en su momento analizaremos detenidamente.

Es, en fin, el punto de partida de la historiografía moyana -dejando aparte otra historia anterior y más extensa de los Marqueses de Moya que conocemos, en la que no se contempla en absoluto a Moya- y uno de los libros más citados en repertorios genealógicos, con algunas particularidades dignas de señalarse, como ser la única fuente que tenemos para dar como probables las cortes de 1375, en Soria (págs. 212 y 218), dato que asegura Pinel haber obtenido del archivo de la Villa, y que advierte Don Manuel Colmeiro en su "Cortes de los antiguos reinos de León y de Castilla", Parte Primera, nota 2 de la pág. 337, aunque poniendo en duda el carácter de tal acontecimiento, que probablemente no fue más que ayuntamiento de notables, reunidos en mayo por orden real para celebrar las bodas de los infantes D. Juan y Dª Leonor, véase la “Crónica de Enrique II”, Año Décimo, 1375, caps. I y II, y aprovechase el rey tan dulces momentos para confirmar la posesión de Moya a Micer Gómez de Albornoz, uno de sus más fieles vasallos: "...E en esta cibdad de Soria, estando y el Rey Don Enrique, vino a le ver Micer Gomez de Albornoz, sobrino del Cardenal Don Gil Alvarez de Albornoz, que era Senador de Roma... E vino en gran estado, que traia seiscientas cavalgaduras, e mucha vaxilla de oro, e de plata, e joyas, e divisas; e despues que salió de Castilla murió a pocos dias", B.A.E., tomo 68, pág. 28, nota 1, adición tomada de la Crónica Abreviada. No hay registro de este suceso en la Colección Abella aunque, según Pinel, era motivado por la renuencia de los vecinos de Moya a ser enagenados de la corona real en respuesta a la primera donación, de que sí hay constancia y tuvo lugar un año antes en Soria, véase leg. 1º, doc. 52, que registra el Retrato en pág. 211, año de 1412, si bien el anónimo copista, de poco oficio, yerra en la transcripción tomando a Victoria por Soria, teniendo en cuenta que la fecha viene expresada en Era Hispánica o Gótica, 38 años más longeva, cuyo uso queda suprimido, precisamente, por decreto de Juan I en las Cortes de Segovia de 1383. Esta evidente contradicción entre los datos de la Crónica y los que dice poseer D. Francisco Pinel y Monroy (tampoco Zurita y otros historiadores dan noticia alguna de estas cortes), no es advertida por D. Salvador de Moxó en su trabajo de STUDIA ALBORNOTIANA, XI, Los Albornoz, pág. 56, dando por cierta la noticia, sin más, según entiende Pinel y Monroy. No entramos, por ahora, en este asunto.

Cítase también el Retrato gracias al hecho curioso de llamarse al Nuevo Mundo por el nombre de América la primera vez, según dice Fernández Duro en su "Nebulosa de Colón", año de 1890, al hablar del poema latino que abre la obra, debido presuntamente a la pluma de Alvar Gómez de Ciudad Real, y graciosamente dedicado a doña Beatriz de Bobadilla (véase "Biblioteca de escritores de la Provincia de Guadalajara y bibliografía de la misma hasta el siglo XIX", de Juan Catalina García, pág. 166), poema, por cierto, que constituye hoy por hoy, aunque insuficiente, el más fuerte argumento sustentador del apoyo de la marquesa de Moya al proyecto de Colón, en el supuesto de ser auténtico, véase lo que opinamos en nuestros comentarios a Fernández Duro, cap. III. Por otra parte, aunque el poema en cuestión no fuera espurio, hay que aceptar con reservas la erudita opinión del ilustre marino de Zamora. Aparece el nombre de América en 1507 en la "Cosmographiae et Introductio", de Martin Waldessemüller, que incluye las "Quatuor Americi Vespucci Navigationes", en la que, arbitrariamente, se llama América al nuevo continente. Luego Mercator, en 1538, redundando en el error, sella el fraude de modo inexplicable. Véase la importante "Ciento noventa mapas antiguos del mundo de los siglos I al XVIII que forman parte del proceso cartográfico universal", Madrid, 1970, de Carlos Sanz, págs. 73/80, ilustraciones nº 52 a 55, y pág. 127, ilustración nº 119, respectivamente. No es intención de Waldessemüler faltar completamente a la verdad, ya que en la parte correspondiente al hemisferio austral, llamada América, predomina la leyenda Tota ista Provincia inventa est per Mandatum Regis Castelle, y en otro lugar se especifica que es descubierta por Colón. Es Pedro Mártir de Anglería quien bautiza con Orbis Novus, en sus Décadas de 1516. Alvar Gómez de Ciudad Real (1488-1538), florece avanzado el siglo XVI. Hijo de Pero Gómez, Señor de Pioz, y nieto del conocido secretario y contador de Enrique IV, fue gentilhombre de los Reyes Católicos y conocido por su “Musa Paulina”, la “Thalichristia”, y la versificación latina de Los Proverbios y los Siete Salmos Penitenciales, entre otras, véase Simón Díaz, tomo X, pág. 702, y Nicolás Antonio, BHN, Tomus Primus, pág. 59. Habíale llamado Nebrija el Virgilio Cristiano, y debió sin duda conocer personalmente a la marquesa de Moya: tiene 23 años cuando mueren los Cabrera y permanece en la corte, a juzgar por su viaje siguiendo a Carlos V a los Paises Bajos en 1520/22, véase M. Bataillon, E y E, pág. 607. De su presencia activa en la coronación de 1530, en Bolonia, formando parte del séquito de los duques del Infantado, y de la protección que dispensa el cardenal Mendoza a los miembros de su familia, nos informa F. Layna Serrano, "Los conventos antiguos de Guadalajara", Madrid, 1943, Convento de la Concepción.

Está por hacerse una edición del Retrato en las debidas condiciones. La de 1992 no pasa de ser una reimpresión facsímil, y de muy escasa tirada, 365 ejemplares, lo que unido a la cortedad de la primera edición, 300 ejemplares, hace de este libro un raro ejemplar de bibliófilo. No es obra de difícil acceso, sin embargo, ya que tenemos un ejemplar princeps en la Bibl. General de la Universidad Central de Barcelona, tres en la Bibl. Nacional (Madrid), otro en la Bibl. Central de la Universidad de Deusto, Bibl. del Palacio Real de Madrid, Bibl. de la Real Academia de la Historia, Bibl. de la Real Academia Española, Bibl. General de la Universidad de Sevilla, y cinco ejemplares en la Bibl. General de la Universidad de Salamanca, que nosotros sepamos, en cuanto a las bibliotecas españolas, ya que hay otro ejemplar en la Bibliothèque Nationale de Paris, y no podían faltar a la cita las grandes bibliotecas americanas, con un Retrato en la Library of Congress (Washington), otro en la New York State Library (Albany), en la University of Michigan (Ann Arbor), en la Hispanic Society of America (New York), y en la University of British Columbia (Vancouver, Canada), sin olvidar el que posee la familia Andrés, que ha servido para la reimpresión de 1992.

Demuestra el autor no pequeña formación humanística, además de ser escritor de cierto lustre. Hace uso de amplio repertorio bibliográfico, en el que no faltan los clásicos al uso de eruditos, como Aristóteles, Hesíodo, Floro, Homero, Isócrates, Juvenal, Macrobio, Linneo, Pausanias, Píndaro, Platón, Plauto, Plutarco, Silio Itálico, Suetonio, Virgilio, San Pablo y otras citas bíblicas, etc., y otros menos antiguos pero igualmente cultos, como Alfonso el Sabio, Alciato, Leonardo Mario, Malleolo, Marinonio, etc. En cuanto a la historia en cuestión, parece haber consultado todo lo escrito hasta la fecha. Conoce, aparte de los ya indicados al hablar de fuentes genealógicas, a Pedro de Alcocer, Anglería, Nicolás Antonio, Cabrera de Córdoba, Alonso de Cartagena, Hernando del Castillo, Diego de Colmenares, Chacón, Escolano, Enríquez del Castillo, Galíndez de Carvajal, González Dávila, Herrera y Tordesillas, Illescas, Mariana, Marineo Sículo, J. Moret, Nebrija, Palencia, Pulgar, P. Antonio de Tarsia, Ibáñez de Segovia, Zurita, Abreu de Melo, Barbosa, Martín Carrillo, Corio, Fray G. de la Cruz, Alonso Flores, Lanuza, Mártir Rizo, Barrantes, Salazar de Mendoza, Zazera y otros de menor importancia. Utiliza incluso los falsos cronicones de Román de la Higuera, y un Licenciado Rioja, autor de un manuscrito sobre “La Fundación de Cuenca y Lugares de su Obispado”, que según el autor, pág. 207, se hallaba a la sazón en la biblioteca de El Escorial, del que se hace eco el P. Bermejo en su Historia de Texeda, pág. 90, y no hemos podido encontrar aunque, de modo inesperado y sorprendente, hemos llegado a saber que el tal no es otro que el licenciado Pedro Gutiérrez de los Rios, Inquisidor de Cuenca entre 1514 y 1519 que, según Mateo López, vol. I, pág. 199, es testigo del hallazgo de los restos de San Julián en 1518. Hay referencia inequívoca de esta primicia en el pergamino 36 de la Real Chancillería de Granada, fº 24v, segundo párrafo y nota al margen de un texto manuscrito que con el título "Fundación de Moya y su antigüedad", dedica "A mi Señora Doña Luysa Bernarda de Cabrera y Bobadilla" el alcaide de la fortaleza, corregidor, doctor en derecho civil y canónico, Baltasar Caballón de la Carrera el año de 1625, cuyo conocimiento debemos, una vez más, al celo y generosidad de Sara T. Nalle. Queda así zanjada la cuestión de la autoría del legendario manuscrito, que dice Caballón haber leido "...en poder de Joan López de Velasco, secretario de su Magestad...", refiriéndose, por supuesto, al ilustre Cosmógrafo y Cronista del Consejo de Indias, sucesor en el cargo de Alonso de Santa Cruz, que a la muerte de Juan de Ovando se ocupa también de los trabajos que conducen a las “Relaciones de los pueblos de España”, que ya conocemos, en su mayoría referidas a pueblos de Castilla la Nueva, cuyos originales se guardan en el Monasterio de El Escorial. Es en este contexto que debió llegar a sus manos el citado manuscrito, en el que Rios atribuye la fundación de Moya a una Ya, hija de Atlante, XII rey de España contado a partir de Tubal, y que por asociación de Mons y Ya da nombre a la villa, a la que otorga una antigüedad de 4403 años, entre otras cosas, lo que convierte a Moya en la ciudad más antigua de la historia. Para este interesante asunto de la toponimia, remitimos a la obra de D. Trifón Muñoz y Soliva, donde por ejemplo se atribuye a Carboneras la curiosa procedencia Carbón-eras (sic), a raíz de una su destrucción por el fuego, Historia de Cuenca, tomo I, pág. 418, que Peinado Palacín traslada tal cual a su humilde trabajo, aunque nos hurta la procedencia del dato, haciéndose reponsable, en cierta medida, de semejante desatino. Nos atrevemos a decir que fue el citado manuscrito de Caballón el último acto de servicio del alcaide, que fallece muy poco después, según reza el manuscrito/inventario de D. Gerardo González García, libro 126, Defunciones de la Parroquia de San Miguel de Moya, año 1625, lo que por otra parte pone de manifiesto, creemos nosotros, el solemne y crepuscular tono argumental del escrito: "Por la prissa del mensagero sere breve suplicando a Vuestra Señoria honrre este discurso con honrrarle y leerle para entretener la soledad de Alarcon como yo lo hago para entretener la de mi vegez y enfermedad entretanto que dedico a Vuestra Señoria...".