Capítulo I

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10. BERMEJO, Antonio Gaspar.- "Historia del Santuario y célebre imagen de Nuestra Señora de Texeda, redención de cautivos de Garavalla, Moya, provincia de Cuenca". Madrid, 1779: 582 págs., 4º.

Discreto compendio de cuanto se sabía del Santuario a fines del siglo XVIII. Aporta el P. Bermejo el más completo repertorio de fuentes, a saber: Juan de Villafañe, "Compendio Histórico de las imágenes de María Santissima, que se veneran en los más Célebres Santuarios de Hespaña", Salamanca, 1726 y 1740; Francisco de Arcos, "Vida y muerte del Ven. P.M. Fray Simón de Roxas", Madrid, I Parte, 1670, y II Parte, 1678, y "Procesos y papeles en orden a la beatificación del Ven. P. Simón de Roxas"; Francisco de la Vega, "Crónica de la Provincia de Castilla, León y Navarra", Madrid, 1720/23/29, y su "Vida del venerable siervo de Dios Simón de Roxas", Madrid, 1760, que el mismo Bermejo revisa y edita en 1772; Fray Cristobal Granados de los Rios, "Historia de Nuestra Señora de los Remedios de la Fuensanta", Toledo, 1636, y Madrid, 1646; Pedro López de Altuna, "Primera parte de la Chronica del Orden de la Santissima Trinidad redención de cautivos", Segovia, 1637, autor también de un "Libro de las Iglesias y de los conventos de la Orden de la Santissima Trinidad", al que Bermejo no hace alusión, que nosotros no conocemos todavía y debe ser muy interesante; Fray Miguel Borrell, "Chronica Ordinis Sanctissimae ac Individuae Trinitaris, Redemptionis Captivorum..", Barcelona, 1563; y hace referencia explícita y detallada a otras dos hoy desaparecidas: Fray Antonio Navarro, véase las Crónicas Franciscanas, y Juan Ponce de León, tío de Pedro, a quien también alude Mateo López, vol. II, pág. 193, y Muñoz y Soliva, Obispos, pág. 226, e Historia de Cuenca, pág. 700. No parece conocer un "Tratado de santuarios del Obispado de Cuenca", de B. Porreño, que ya se considera perdido en el Siglo XIX, según Muñoz y Soliva, Cuenca, tomo II, pág. 661. Parece obligado un buen trabajo de fuentes generales de Texeda, para el que sugerimos empezar por el magnífico "Diccionario de escritores trinitarios de España y Portugal", Roma, 1898-99, 2 vols., de Fr. Antonino de la Asunción.

Da el P. Bermejo una serie de datos del mayor interés obtenidos de la consulta directa del archivo del Santuario, que conocía muy bien, aunque evidentemente no pudo contar con los documentos anteriores a la inundación de 1516. Aborda cuestiones teológicas y morales de cierto espesor, como el culto a las imágenes, las non manufactas, el carácter y etiología de los milagros, etc., etc., con abundante apoyo textual propio de la literatura religiosa de la época, de la que es un ejemplo discreto, a pesar de ser "Maestro y Padre de la provincia, Doctor teólogo por la universidad de Alcalá, Catedrático de Prima de Sagrada Escritura y Moderante de la Academia de Teología en la misma...", según el P. Asunción, tomo I, pág. 93.

En la cuestión de la antigüedad del santuario, opta por la opinión del P. Vega, año 1207, y primera aparición en 1205, desechando las de Ponce, año 1395; Granados, hacia 1448; y Arcos, hacia 1482. Véase pág. 6 y ss. Hay que decir que en esto, como en casi todo lo tocante a Texeda, Francisco de la Vega sigue estrictamente a Antonio Navarro, cuyo preciado manuscrito conoció. Dice Navarro, y apoya la tradición, que fue Guillermo Escoto el fundador, aunque desdeña especificar sus fuentes, lo que advierte Bermejo en pág. 21. Es muy posible que ambos se basaran solamente en una inscripción mural existente a la sazón, que narra estos eventos y Bermejo reproduce en pág. 20; también, Doc. 1, pág. 111 de la "Historia de Tejeda", de Martínez Ortiz. Nada dice Pedro Ponce un siglo antes, a pesar de conocer la historia de su tio Juan, ni López de Altuna, que escribe 150 años antes que Bermejo, véase Libro II de su Chrónica, semblanza de San Guillermo Escoto, págs. 152/154. Tampoco Pinel y Monroy atribuye tal antigüedad a la imagen de la Virgen, lo que parece lógico si se tiene en cuenta que la única fuente que aparenta conocer es Ponce de León, limitándose a trasladar la fecha de 1395 para la primera aparición, pág. 326.

Como afirma Vega/Navarro que el primitivo santuario estaba a dos leguas y media de la villa de Moya, trata Bermejo en el mismo marco y en apoyo de su tesis, la vieja cuestión de los albores de Moya, e intenta probar su existencia en fecha anterior a 1200 basándose en dos textos: a) La Historia de España, del P. Mariana, tomo I, libro XI, cap. XX, donde se dice que el rey Alfonso repara Moya y otras plazas por necesidades defensivas el año 1200. Se trata seguramente de una errónea lectura de la Crónica del Obispo de Tuy, que comparte con Garibay, tomo II, libro XII, cap. XXIX; y b) La vida de San Julián, del P. Alcázar, que cita en libro II, cap. II, págs. 154/155 el breve de Lucio III de 9/8/1183, de unión de los obispados de Valeria y Arcas, donde no se nombra a Moya, ni se infiere en absoluto que ya existiera. Ver texto de la bula en M. López, Memorias, vol. II, pág. 318, y vol. I, págs. 141 y 151. Sobre este asunto, sugerimos la lectura de "Una tésera celtíbera. Datos sobre las ciudades celtibéricas de Ergávica, Munda, Cértima y Contrebia", de Aureliano Fernández Guerra y Orbe, en B.R.A.H., tomo I, 1877, pág. 129, y por supuesto "La división de Wamba. Contribución al estudio de la historia y geografía eclesiásticas de la Edad media española", de Luis Vázquez de Parga, Madrid, 1943; y datos esenciales sobre la primitiva iglesia y obispado de Cuenca en Mateo López, vol. I, págs. 115 y ss., y 141 y ss, sin olvidar la relación de documentos de don Clementino Sanz. Refiérese luego el P. Alcázar en pág. 157 al célebre escrito del obispo Yáñez, dado en la villa de Pareja y aducido igualmente por Bermejo, ver la transcripción en Mateo López, vol. I, págs. 143 y 154, y nuestros comentarios a la "Crónica de Alfonso VIII", del Marqués de Mondejar, a Salvador de Moya, y a Palacios Albiñana. Aquí se nombra a Moya sólo para decir que es Arcedianato a partir de 1231, era de 1269, lo que advierte Mateo López, vol.I, pág. 189. Parte la confusión, creemos nosotros, de la consulta de dos documentos existentes en el Archivo de la Catedral de Cuenca, véase Clementino Sanz, Reseña Cronológica, pág. 7, año 1195, nº 22, donación del rey Alfonso VIII al obispo don Juan, a la iglesia de Cuenca y Cabildo, de los diezmos de todos los réditos reales de Cuenca, Huete, Valera y Monte Agudo, y también las décimas del portazgo, salinas y quintas de Cañete, privilegio rodado, Sigüenza, 10/9; y nº 24, privilegio rodado de Fernando III, dado en Villanueva de la Cañada (Madrid), año de 1225, que copia y enmienda el otro de Alfonso VIII: "Pero como la Villa llamada de Moya se pobló más tarde, y el portazgo que acostumbraba cobrarse en Cañete, que ahora es Aldea de Moya, se cobra en Moya [y el portazgo que se solía cobrar en Valera se cobra ahora en Alarcón], yo, Fernando, por gracia de Dios Rey de Castilla y Toledo, mando que el portazgo que por donación de mi celebradísimo Abuelo el Rey Alfonso cobrábais en Cañete lo cobréis en Moya [y del mismo modo el portazgo que solía cobrarse en Valera lo cobréis en Alarcón]". Este documento no podía consultarse en Cuenca en 1996, pero hay transcripción del s. XVIII del original del archivo de la catedral, en B/N Ms 13071, microfilm 5879, ff 114r/116v. En 1218 Cañete era todavía señorío del conde de Lara, que en ese año fue obligado a renunciar a esa y otras posesiones: Salazar y Castro, Casa de Lara. En 1222 una venta de casas en Cañete menciona ya al señor de Moya, y en 1221 hay arcediano en Moya, Paulino Iradiel, Bases económicas del hospital de Santiago de Cuenca, A.E.M., 11, 1981, págs. 181/246. Tenemos constancia de un sello del Arcediano de Moya, año 1221, véase Catálogo de Sellos de la Sección de Sigilografía del A.H.N., tomo II, Sellos Eclesiásticos, Orden Militar de Santiago, Hospital de Cuenca, caja 99, nº 19, y otro en armario 5, caja 75, nº 39, que aun no hemos visto.

Cita Bermejo también como prueba el libro II, cap. XX, pág. 283, de la Vida de San Julián: cede San Julian en 1207 la mitad de las rentas de Cañete para provisión de vestuario de Dignidades y Canónigos Capitulares, que entonces viven en comunidad. Al respecto, se limita a decir el P. Alcázar que hoy (1669), ese diezmo se reparte en Moya. No se induce en absoluto la existencia de la villa en los primeros tiempos del Obispado de Cuenca, y no pretende Alcázar decir tal cosa. Trama el P. Bermejo con todos estos supuestos una confusa argumentación tendente a abrumar al lector, pág. 90 y ss, y cita asimismo los datos de un manuscrito, copia literal de unas páginas de “Retrato del buen vasallo”, libro II, cap. VII. Nada hay seguro en las conclusiones, y amenaza con invalidar el posible dato de la fundación del convento por San Guillermo Escoto, sin la necesidad de que ya entonces existiera la Moya que conocemos, de la que no hay evidencia documental hasta 1209. Redundando en apoyo de sus tesis, supone el famoso milagro acaecido a María Gracia, vecina de Moya, y segunda aparición de la Virgen de Texeda, en 25/12/1205, según dicta el rótulo de un lienzo en la escalera del convento, pág. 80, cuyo poder de convicción es tan escaso como suponer una fecha idónea para la primera aparición seis meses antes del eclipse de 1206, anormalmente largo, y por tanto premonitorio, pág 53. Es curioso que Ponce de León asigne también para la segunda aparición el mismo año que la primera. Cae Fray Antonio Gaspar en la natural tendencia de algunos historiadores, más aún los eclesiásticos, de otorgar a los hechos que narra la mayor antigüedad posible, a costa del rigor. Trátase, nunca mejor dicho, de una mentira piadosa que le induce su santa pasión por Texeda, por la que, seguro, nadie va a negar el cielo al buen trinitario, máxime cuando le adornan otras magníficas cualidades que traslada a su libro.

Dedica amplia referencia a los varones ilustres que han florecido en el Convento de Texeda, de entre los que sobresale, por sus virtudes y especial predilección hacia el santuario, San Simón de Roxas, entonces aún Beato, ya que ha sido canonizado en 1988. Demuestra el P. Bermejo que el nuevo santuario empieza a construirse en 1574, y es concluido en 1581, pág. 214, aduciendo, entre otros elementos, escritura de obra de las bóvedas, fechada en 1577, pág. 18. Véase Adalid Argudo, y Calvo Peláez, “Estudio Previo del Monasterio de Texeda”, Cap. I, donde se asegura que dirige las obras el turolense Domingo Lazcano. Benedicto Sacristán hace un esquema evolutivo de la situación del santuario en "Tejeda Siglo XX", pág. 80. Queda claro también por los instrumentos que se citan que Texeda la Vieja es barrida por las aguas en 1516, y parece fundada la sospecha del autor, de otra inundación en 1332, dato que aporta el P. Vega. Es por otra parte segura la inundación de 9/8/1772, que arrasa parte de la presa del molino, sólo un mes antes de la consagración de la iglesia, que tiene lugar el 6 de septiembre, a cargo de Alonso Cano, Obispo de Segorbe, ceremonia que se narra con lujo de detalles, pág. 344, por la cual sabemos que había entonces reliquias de San Juan Bautista, San Blás, Santa Bárbara y otras. Describe en detalle el altar mayor, pinturas del retablo y resto de la iglesia en pág. 349 y ss. Véase también Martínez Ortiz, cap. IV, que narra su estado en 1964, y por supuesto Adalid y Calvo, con expresión detallada de su estado actual. Hay que decir que en años recientes ha experimentado el convento un cambio radical, con restauración y adecentamiento de todas sus dependencias gracias a la presencia de un grupo de religiosos que han afrontado su revitalización con espíritu auténticamente fundacional. Vaya nuestro agradecimiento, y llamada de atención general. Remitimos a los artículos de Benedicto Sacristán en EL DIA DE CUENCA, de 5/6, 21/7 y 21/9 de 1991, y al del Padre F. Javier Liante, a la sazón Superior del Convento de Texeda, en el Boletín MOYA nº 3, Septiembre de 1990.

Aunque hija del espíritu encubridor y liquidador de las tradiciones paganas que esconde todo culto popular -y más en el caso de las vírgenes- que caracteriza la política eclesiástica de la Contrarreforma, exacerbada en el siglo XVIII, es la Historia del P. Bermejo, en lineas generales, fuente de información con datos de interés para todos los gustos, como que Garaballa tiene 40 casas en 1777, año que dice escribir el libro, págs. 421 y 244 respectivamente; o los modos y hábito de vestir y preparar la imagen sagrada de la Virgen para las ceremonias: ha de ser un monge del convento, y no de cualquier modo, pág. 526; o la noticia de construirse el molino de papel sobre las ruinas del convento viejo, y que empieza a picar trapo en 10/12/1756, pág. 227, etc., etc. Reproduce la narración completa de los milagros habidos por intercesión de la Virgen de Texeda, que divide en tres partes, según la procedencia de las fuentes: hasta 1602, los que narra Juan Ponce de León; hasta 1660, los de Pedro Ponce de León, y hasta 1759, los que copia y reseña el P. Juan Manuel López Pintor, prior, de quien escribe Fr. Gaspar una Vida y Virtudes que no hemos encontrado. Aclara el P. Bermejo que ninguno de los milagros que se describen tiene sanción jurídica de la Iglesia, que según creemos nosotros sólo admite dos, y aún el segundo con reservas: la primera aparición, claro es, y la entrega del cíngulo de pureza al Beato Simón de Roxas, que tiene lugar inmediatamente después de la curación de la endemoniada lasciva, pág. 280 y ss., si bien hay alguna duda sobre la procedencia del cíngulo, que podría deberse a la Virgen del Remedio. Se extiende de modo prolijo en la descripción de ceremonias, tan brillantes y numerosas en el siglo. Es generalmente honesto, aunque de estilo recargado, y muy dogmático, lo que unido a su sincera y personal devoción le lleva en ocasiones a enzarzarse en circunloquios plagados de contradicciones muy divertidas, como cuando llama la atención a las señoras para que no exageren su devoción a la Virgen, en detrimento de la obediencia debida a sus maridos, págs. 85-86.

Hemos encontrado cuatro ejemplares de este libro en la Bibl. de la Universidad de Valencia, y uno en la Bibl. Municipal de Valencia, Bibl. Pública de Valencia, Biblioteca General de la Universidad de Barcelona, Biblioteca Nacional de Madrid, Biblioteca del Seminario Conciliar de Cuenca, Bibl. del Seminario de Vitoria y Bibl. del Cabildo de Toledo, aunque no descartamos otros. Posee el P. Bermejo respetable obra escrita, de la que hay referencia en el citado Antonino de la Asunción, tomo I, págs. 93/96, y en J. Catalina García, "Ensayo de una tipografía complutense", Madrid, 1889, por quien sabemos era censor, véase.


11. BERNÁLDEZ, Andrés.- "Memorias del reinado de los Reyes Católicos que escribía el Bachiller Andrés Bernáldez, Cura de los Palacios". Edición y estudio de M. Moreno Gómez y J. de Mata Carriazo. Madrid, 1962; 776 págs.

Ver cap. X, la coronación de Isabel; cap. XXIX, noticias de la corte en Sevilla; y LXXXIV, el episodio del moro de los gomeres en el campamento de Málaga, narrado con lujo de detalles que denota su proximidad a los hechos. Describe Bernáldez los ambientes con cierta soltura no exenta de desparpajo, dando la sensación de ser testigo de primera fila.

12. CENSO DE POBLACIÓN DE LAS PROVINCIAS Y PARTIDOS DE LA CORONA DE CASTILLA EN EL SIGLO XVI.- Se trata del censo de Tomás González. Madrid, 1829. 399 págs.

Contiene varios errores de transcripción, y arroja un total de 3.172 vecinos para Moya y su tierra en 1594. Hay que decir que este censo deriva, o es consecuencia, del recuento de 1591, realizado para el llamado servicio de millones (reparto del impuesto que votaron las cortes de 1588-90 para sufragar los gastos sobrevenidos a raíz del desastre de La Invencible), al tratarse de un censo de comprobaciones, o correcciones, y que en cuanto al clero regular, se considera un vecino a cada 10 frailes/monjas o fracción superior a 6, exceptuados los franciscanos, que no cotizan. Ya existían entonces el convento de San Francisco de la Vega fundado en 1586, y por supuesto el convento de Texeda. Véase el "Censo de Castilla de 1591. Vecindarios", Madrid, 1984, págs. 234/5. Consideramos de la mayor importancia el capítulo de la demografía, que puede aportar importantes y desconocidos aspectos.

Otros censos a tener en cuenta: Recuento de 1528-36; las averiguaciones para el encabezamiento de alcabalas de 1552, 1561, 1585 y 1596-97; el Recuento de 1571 para la distribución de los moriscos, y Censo de los Obispos (1587/89); informaciones y recuentos del siglo XVII; el Padrón calle-hita de 1708; el Vecindario de Campoflorido (1712-1717); el Catastro de Ensenada (1749-1753); el Censo de Aranda (1768- 69); el Censo de Floridablanca (1786-87); el Diccionario Geográfico, de Tomás López, 1786; y el Censo Godoy-Larruga (1797), sin olvidar el manuscrito-inventario de D. Gerardo González García, véase. Para un estudio detallado de estos y otros censos, remitimos a "Fuentes y métodos para el estudio de la demografía histórica castellana durante la edad moderna", por Manuel Martín Galán, en HISPANIA, 148, año 1981, págs. 231/325, y "Fuentes para la demografía de España. Las Estadísticas de la Restauración", por Juan A. Lacomba, en ESTUDIOS GEOGRAFICOS, XXIV, 90, febrero de 1963, págs. 39/55. En cuanto a los más recientes, ver interesante resumen en "Cada vez somos menos", OLCADES, vol. II, fasc. 11, págs. 213/222, detallada estadística por municipios de toda la provincia, con cuadro comparativo de los censos de 1900, 1940, 1950, 1960, 1970 y 1980, sin firma, y por supuesto Cuenca hidrográfica, de J.S. García Merchante. Dedica D. Gerardo González García en su primer manuscrito cuidada atención a la demografía. Refleja los censos de 1587 (pág. 115), que da 3.195 vecinos, y el de 1594 (pág. 116), y enumera en pág. 115 los censos de la provincia de Cuenca de 1541, 1594, 1768, 1787, 1797, 1814, 1822, 1826, 1831, 1832, 1833, 1836, 1850, 1857, 1860, 1877 y 1887, que debe conocer, ya que aclara no encontrar datos de 1530, 1541, 1646 y 1694. No nombra el censo de 1805, que tenemos en Mateo López, vol. II, págs. 77 y ss., a pesar de tomar del mismo la lista de villas, lugares y aldeas, pág. 77. Da amplia reseña del censo de 1863 (pág. 96), con datos tan precisos como consignar que hay en la villa 5 casas de un piso, 16 de dos pisos, 65 de tres pisos, 32 deshabitadas, y 1.211 habitantes; el censo de 1883 (pág. 97), con 1.313 habitantes; y el de 1887, con 1.328 habitantes. Facilita una batería de datos muy interesantes del llamado Libro Maestro de Seglares de Moya, año 1752, en pág. 99 y ss., que es ni más ni menos la encuesta base, o respuestas particulares al Catastro de Ensenada, manuscrito de 555 folios que "Contiene una lista por orden alfabético de todos los vecinos y hacendados forasteros, con expresión del folio en que se hallan inscritos; se enumeran las piezas de tierras de secano para sembradura; de regadío; casas, molinos harineros, batanes, edificios y emolumentos del común; número de ganados con separación de especies, colmenas, etc., lo que producían las profesiones e industrias, cargos y empleos". Sabemos por este documento que había en la villa de Moya 216 contribuyentes, por ejemplo. Inútil es manifestar nuestro enorme interés en dar con él, a pesar de disponer de los datos generales de dicho censo. Recientemente se ha encontrado el libro equivalente de Fuentelespino de Moya.