Capítulo I

Menú principal

51. LLAGUNO Y AMIROLA, E.; y CEAN BERMUDEZ, A.- "Noticias de los arquitectos y arquitectura de España". Madrid, 1829. 4 vols., 8º.

Hay referencia muy precisa del encargo a Pedro de Tolosa, conocido aparejador de El Escorial perteneciente al llamado Grupo de Avila, del proyecto para el convento de monjas de Moya en 1580, y el detalle de estar rubricadas las trazas por Juan de Herrera, así como las condiciones del contrato, que ganó en subasta y ejecutó Pedro de Matienzo, maestro de cantería y cuñado de Tolosa, o quizá nuero (Tomo III, caps. XXXIII y XXXVIII). El Convento de Monjas Concepcionistas de Moya es fundación de doña Luisa Bernarda de Cabrera y Bobadilla, III Marquesa de Moya, por su testamento de 28/2/1556, y fue pensado para acoger a las monjas del convento que había en el arrabal de Santo Domingo, Pinel, pág. 404. Es interesante constatar el significativo cambio en la vocación monástica de la familia. Proviene, sin duda, de la rama Pacheco, eminentemente franciscanista, mientras que los primeros marqueses de Moya demuestran marcada predilección por los dominicos. En efecto: profesa Pedro Fernández de Bobadilla, el hijo corsario, en el convento de Santo Domingo de Madrid, aunque demuestra escasa vocación mendicante, véase Muñoz de Rocatallada. También es dominico Diego, en el convento de San Ginés de Talavera. Véase Pinel y Monroy, págs. 336/337, y la "Segunda parte de la Historia de Santo Domingo y de su Orden de Predicadores", por Fray Juan López, Valladolid, 1622, Libro II, cap. XXIX, fº 130v. Además, Andrés y Beatriz fundarán el convento de La Santa Cruz de Carboneras, del Orden de Santo Domingo, años 1500/1503, que es tumba y reposo para ellos y los II marqueses de Moya, Ana y Juan, véase la “Quarta parte de la Historia de Santo Domingo”, del citado Juan López, cap. XI, pág. 36, Valladolid, 1615, y Pinel y Monroy, pág. 327. En 1504 es vicario del convento un Fr. Alonso de Aguilar, y en 1515 Fr. Jerónimo de Madrid. También es tumba de un Fr. Diego de Zúñiga, abad de Párraces (Segovia), enigmático personaje que deja gruesas rentas y no hemos podido identificar todavía, aunque sabemos que en marzo de 1552 pretende el capelo de cardenal a petición de Carlos V, véase Col. Salazar, 9/48, fº 150. Principia el convento de Carboneras en 1513 con 50 frailes y cátedras de Artes y Teología, y en 1615 ha disminuido la comunidad a 30, Quarta parte, pág. 987. Hay en cambio abundantes muestras de fervor seráfico en la dinastía de los Villena. Funda en Belmonte Juan Pacheco (I marqués de Villena si prescindimos del infante don Alonso de Aragón) el monasterio de San Francisco de la observancia, y otro de monjas franciscas, aunque también funda otro convento dominico, y el monasterio del Parral en Segovia, gerónimo y reposo secular de los Pacheco. Su hija Inés Enríquez será monja en el monasterio de Santa Clara de Valladolid, y abadesa en los de Santa Clara de Moguer y Portacoeli de Sevilla. Leonor, que como sabemos había estado prometida a Pedro, primer hijo de los Cabrera, será también francisca: abadesa en Santa Clara de Carmona, donde elegirá ser enterrada su hermana Beatriz Pacheco en hábito franciscano. Es también muy conocido el franciscanismo de Diego López I, II marqués de Villena, véanse nuestras notas a Cornelio Agripa, que funda y dota los conventos de la Concepción Francisca de Ayllón y Escalona, además de gravar a sus sucesores con los gastos del capítulo de la provincia franciscana de Castilla, ostentando el patronato general de la Orden para toda España, véase Pedro Salazar, “Crónica de la Provincia de Castilla”, Madrid, 1612, pág. 83. Fueron religiosas concepcionistas en Escalona sus hijas Francisca Pacheco y Juana Enriquez. María Pacheco lo sería en el convento de Santa Clara de Carmona, igual que su tía Leonor, abadesa, mientras otra de las hijas, Ana Pacheco, profesaría en el convento de la Madre de Dios de Toledo. Todas estas informaciones podéis encontrar fácilmente en el tomo II de la Genealogía de Fernández de Bethencourt, y en Pinel y Monroy, Retrato, libro III, entre otras fuentes. En cuanto a Diego López II y Luisa Bernarda I, III marqueses de Villena y Moya, personajes en cuestión, digamos que, además de fundar y dotar generosamente el convento de la Concepción de Moya por los motivos que intentamos analizar, tienen a su hija Antonia Pacheco en el convento concepcionista de Escalona, donde es abadesa, y a María Pacheco en el convento de Santo Domingo de Madrid, único rescoldo, quizá, del viejo fervor dominico de los Cabrera. Por otra parte, se erige María en máxima defensora del honor de su hermana Luisa de Cabrera, que fue condesa de Ribagorza, asesinada por su marido por agravios no probados a la fidelidad conyugal, según Bethencourt, tomo II, pág. 239, en realidad acusada de mantener relaciones ilícitas con el caballero toledano Pedro de Silva. Hay que decir que Juan de Aragón, Conde de Ribagorza, fue a poco ahorcado públicamente, mas no por parricidio sino por delito de homosexualidad que, según las normas morales de la época, constituía ofensa más gruesa, según D. Gregorio Marañón en su magnífico "Antonio Pérez (El hombre, el drama, la época)", Madrid, 1963, pág. 144, de modo que "...había huido a Italia, donde le cazaron como a una alimaña los agentes del Rey, trayéndole a Castilla para ejecutarlo en la forma ignominiosa que se ha dicho". No fue éste un suceso vanal e históricamente intranscendente, sino espoleta de efectos retardados con importantes consecuencias para Aragón, véase también "Comentarios de los sucesos de Aragón en los años 1591 y 1592. Escritos por D. Francisco Gurrea y Aragón, Conde de Luna", Madrid, 1888, y E. Cooper, Castillos Señoriales, vol. I.2, pág. 906, con detalle de fuentes narrativas de tan tragicómico suceso.

Pero volviendo a lo nuestro, la misma Luisa Bernarda, madre y marquesa, pasa parte de su vida en el convento de la Concepción de Cuenca antes de contraer matrimonio con Diego. Es el III marqués de Moya, por otra parte, personaje recurrente en la inefable "Crónica burlesca del Emperador Carlos V", que hacia 1525/29 escribe Francesillo de Zúñiga, bufón del emperador. Recomendamos la edición crítica de Diane Pamp de Avalle-Arce, Barcelona, Editorial Crítica, 1981. Con malicia espléndida y genial, hace burla de la profesión de "tercero" de Juan, II marqués de Moya, cap. X, para luego hacer a Diego renegar de los "tercerones", y de su propia familia, cap. XXV, y le llama "trasijado" y "pequeño", en el cap. XXVI.

Habría que considerar dos motivos para dar cuenta del cambio en las preferencias monásticas de los marqueses de Moya. El primero, la irrupción avasalladora de los Pacheco en el árbol familiar. El segundo, la evidente dominancia franciscanista en el ambiente cortesano, claramente asumida por la reina Isabel y la casa de Austria. Hay muchas pruebas de cuanto decimos, véase por ejemplo J. Meseguer Fernández, "Franciscanismo de Isabel la Católica", en AIA, 19 (1951), o "Isabel la Católica y los franciscanos (1451-1476)", del mismo autor, en AIA 30 (1970). Véase también el conocido "El Carro de las Donas", de Francisco Eximenis, ed. de Valladolid, 1542, que en su Libro II, cap. LXIII, dice refiriéndose a Isabel "Tenía siempre, o por la mayor parte, confessores de la Orden de Sant Francisco de la observancia..."; o M. Castro y Castro, "Confesores franciscanos en la corte de los Reyes Católicos", en AIA, 34 (1974): nada menos que catorce, uno de los cuales es Fr. Juan de Tolosa, a quien mucho debe la Orden Concepcionista, págs. 78/83, o bien "Confesores franciscanos en la corte de Carlos I", del mismo autor, en AIA, 35 (1975). La existencia misma de la Orden tiene mucho que ver con la firme voluntad de la reina, aunque se inscribe de modo determinante en el ambiente de la reforma religiosa y monástica del siglo XV: nacen nuevas formas de vida franciscana, como las coletinas o descalzas en Francia, y las concepcionistas en España, que quedan constituidas definitivamente en 1511 por bula de Julio II con regla de 12 capítulos, hábito blanco con manto azul, clausura perpetua, dependencia de los frailes menores y especialmente consagradas a la Purísima Concepción, gracias al empuje de Santa Beatriz de Silva, hermosa cortesana de la época de Juan II e Isabel de Portugal cuya vida apasionante aconsejamos conocer, y al de su amiga y confidente la reina Isabel, de probada militancia concepcionista, así que inicia el vuelo con fuerza arrolladora: sólo en Castilla la Nueva, se fundan diez y ocho conventos antes de 1600, incluyendo la casa madre, regalo de la reina en los palacios de Galiana de Toledo. Una muestra: fundan conventos de la Inmaculada Concepción de María dos de las mujeres más próximas a Isabel. Beatriz Galindo, uno en Madrid, y Teresa Enríquez, "La Loca del Sacramento", mujer de Gutierre de Cárdenas, uno en Torrijos, y dos más en Maqueda y Almería, además de testar, igual que Isabel, ser enterrada en hábito de franciscana, después de haber pasado cerca de treinta años en hábito de viuda, véanse datos muy interesantes y directos de Teresa en “El Carro de las Donas”, libro tercero, caps. XXIIII (sic) y XXV. Francesillo de Zúñiga se ensañará con ella, afirmando "...que saca cada año 6000 ánimas del Purgatorio...", Crónica Burlesca, cap. III, y otras citas jocosas en caps. XXI y XXIX. Es cierto que Teresa Enríquez "...procuró otra bulla para quien rezasse cada noche cierta oración por las ánimas del purgatorio, que ganasse perdones por ello", Carro de las Donas, Libro III, fº XXXI. No conocemos el rezo en cuestión, y tampoco hemos podido averiguar qué Papa otorga tan potente documento, aunque por un manuscrito de mediados del siglo XVI atribuido a Alonso Téllez de Meneses, y que lleva por título "Libro de los linages de Hespaña, sus principios y continuación", Col. Salazar, 9/234, fº 398, sabemos que fue "...la primera que inventó tocar por las calles a prima noche la campanilla para que rezassen por las ánimas del Purgatorio, y que dejó renta en muchas partes para ello, porque algunos le afirmaron que el Comendador Mayor su marido andaua en ánima pessando y que le auian visto".

Todas estas noticias acentúan el carácter de paréntesis del período dominico en la familia Cabrera, ya que no tenemos trazas de la iniciativa fundadora de Beatriz de Bobadilla, fuera del convento de Carboneras, que es, como sabemos, de dominicos, donde es enterrada por decisión testamentaria en hábito de Santo Domingo y con cordón de San Francisco. Don Andrés sería amortajado en hábito de Santiago. Varios datos inducen a suponer la decisiva influencia de Beatriz en este asunto, que nos proponemos esclarecer, aunque a decir verdad acariciamos una interesante hipótesis que en su momento esperamos confirmar debidamente. La clave está, una vez más, en Segovia. Podríamos disparar otra batería de noticias franciscanas en la rama de los condes de Chinchón, pero ya es suficiente, y traer el dato: el mausoleo familiar de los Cabrera anteriores a Don Andrés, es la capilla de Santa María del convento de San Francisco de Cuenca por testamento de Lope López de Madrid, abuelo del marqués, en 1414, véase Pinel, Retrato, pág. 15. Hay bastante información de la Orden Concepcionista en la obra de los Enrique Gutiérrez, Ignacio Omaechea, Juan Meseguer y Manuel de Castro, y recomendamos vivamente las publicaciones del Archivo Iberoamericano.

No fue terminado el convento concepcionista de Moya hasta 1630, por interés del nieto de Luisa Bernarda, don Francisco Pérez de Cabrera y Bobadilla, V Marqués de Moya, que muere en 1627, véase Pinel, pág. 415, y protocolo nº 918 (nuevo), año 1622, ff 345/350, A.H.P. de Cuenca, ante el notario Francisco de Salazar, "Contrato de ejecución de los retablos para el Monasterio de la Concepción de la Villa de Moya", y el manuscrito de Baltasar Caballón de la Carrera, año 1625, pergamino 36 de la Real Chancillería de Granada, fº 27v, donde se afirma hallarse el monasterio en fase de construcción. En el ínterin, las monjas del convento de Santo Domingo, a quienes iba destinada la fábrica, se trasladan a San Bernardo de Cuenca (Muñoz y Soliva, Obispos, pág. 145, dice que lo hacen en 1558, y eran seis. Véase también Mateo López, Memorias, vol. I, pág. 331), lo que permitió a Don Francisco, previa autorización del Papa Urbano VIII, la fundación con veinte religiosas que sabemos venían de los conventos de Escalona y Toledo. Estaba dotado de una capellanía mayor, y cuatro menores, con la facultad de leer gramática y teología moral, a petición del marqués, que como sabemos era persona de amplios conocimientos y afición al estudio, además de vivir habitualmente en Moya, como asegura Pinel y Monroy e induce a suponer el Manuscrito/inventario de D. Gerardo González García, parroquia de la Santísima Trinidad, libro 104, defunciones, año de 1604: muere "Diego Gabriel Pacheco Cabrera y Bobadilla (Marqués de Moya)", que había nacido el año de 1603, libro 99. Consta también, en el mismo libro y año de 1604, la muerte de una "Mencía Pacheco (Marquesa de Moya)", que podría ser Dª Mencía de Cabrera y Bobadilla, marquesa y primera mujer de D. Francisco, además de prima hermana, con la que había casado en 1596 y de quien tuvo a Luisa Bernarda, madre de "La Marquesina", o bien otra hija del mismo nombre que no hemos encontrado en las fuentes clásicas, donde únicamente se da cuenta de Luisa Bernarda, desconociéndose también hasta este mismo instante la existencia de Diego Gabriel. Para más datos de D. Francisco Pérez de Cabrera y Bobadilla, ver Vicente Castañeda. Sobre las trazas del convento, véase también Rokiski Lázaro, Arquitectura. Dice Ballesteros, Utiel, pág. 527, que en 1830 solicita la abadesa el traslado de la comunidad a Utiel por amenaza de ruina de la casa de Moya, pero muy poca información encontramos del convento de Moya. No figura en la estadística de conventos y religiosos franciscanos para 1768, del P. León Amorós, en AIA, 16 (1956), lo que advierte el P. Omaechea en su artículo de Collectanea Franciscana, 50 (1980), págs. 277/284, "Monasterios concepcionistas en 1680. Un ejemplo de estadísticas oficiales insuficientes", que nos trae la noticia de su traslado definitivo a Villanueva de la Jara en 1845. Sí figura, como sabemos, el convento de monjes de San Francisco de la Vega, en la crónica del P. Ortega, que vuelve a acordarse de Moya en su obra manuscrita "Descripción Chorográphica del sitio que ocupa la Provincia regular de Cartagena de mi P. San Francisco...", siglo XVIII, que tenemos en AIA, 1 y 2 (1914), y 4 (1915), con mapa general de la provincia e interesantes descripciones. Empezamos a comprender, aunque de modo parcial todavía, los motivos del traslado de la comunidad concepcionista. Sin perder de vista el hecho indiscutible de la ruina del convento, hay que tomar en consideración las circunstancias que rodearon la desamortización de Mendizabal en Cuenca, diócesis en la que no llegó a formarse la junta diocesana encargada del cierre y reunión de conventos de monjas, a causa de la renuencia del obispo. A pesar de ello y de los intentos de piadosa revisión que representaba el decreto de 18/4/1836, promulgado a iniciativa de la reina gobernadora Dª Maria Cristina de Borbón, hubieron de apreciarse con fuerza en Moya los efectos del decreto de 8/3/1836, especialmente el artículo 5, prohibición de existir en un mismo pueblo más de un convento de la misma orden, el 6, prohibición de admitir novicias, y la supresión automática de los conventos con menos de 20 religiosas, normas que, de consuno con la 20, decisiva para todos los conventos y órdenes, de aplicar los bienes y rentas de conventos a la Caja de Amortización, debieron decidir la solución final del convento de la Concepción de Moya, sin perder de vista el elemento coyuntural de las guerras civiles. Véase información general sobre el asunto en la obra de Manuel Revuelta González, "La exclaustración (1833-1840)", B.A.C. 383, Madrid, 1976, que analiza con cierto rigor el agitado contexto histórico de la reforma, y un dato en págs. 144 y 174: el gobernador de Cuenca solicita en 1834 el cierre de varios conventos por su implicación directa en la guerra a favor del bando rebelde, entre ellos el de San Francisco de la vega, por su apoyo al guerrillero y arcipreste de Moya José Millán, circunstancia digna de ser tenida en cuenta. Estamos vivamente interesados en el tema, aunque aquí más que en otros aspectos se pone de manifiesto la necesidad de coordinar un trabajo en equipo a causa de la escasez de noticias.

52. LUCAS, Obispo de Tuy.- "Crónica de España", primera edición del texto romanceado, conforme a un códice de la Academia de la Historia. Preparada y prologada por Julio Puyol. Madrid, 1926, 510 págs., 4º.

Hay versiones manuscritas en diferentes bibliotecas, como B/N Mss E-231-777; B/N Mss Q-120-5980; Real Academia de la Hª, Signª. 12-25-7-C, 158, etc. En la presente versión hay una laguna que se suple con la parte correspondiente del "Chronicon Mundi", casualmente la época del rey Alfonso VIII. No se da fecha de la conquista de Moya, y sólo se habla de la repoblación (pág.407), en agosto de 1211, de Moya y Béjar.

53. MADOZ, Pascual.- "Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar". 1845-50; 16 vols.

Moya y Mira, en el tomo XI; Landete, tomo X, con una curiosa noticia del paso carlista por el pueblo, etc., etc., aunque aconsejamos consultar directamente la edición facsímil para Castilla la Mancha, 2 vols., 1987.

54. MARIANA, Juan de.- "Historia general de España...". Toledo, 1601. 2 vols. Hemos manejado la edición de B.A.E., vols. XXX y XXXI.

Tomo I: Libro XI, cap. XX, año 1200, repara el rey Alfonso Moya, Requena, Plasencia y otras plazas, dato que, o bien toma de Garibay, o directamente del Tudense, aunque no es esto lo que se desprende del texto de la crónica. Libro XII, cap. XI, los de Moya, Cuenca y Alarcón entran en Valencia. Libro XV, cap. I, 1296, Alonso de la Cerda y Jaime II de Aragón acuerdan entregar Cuenca, Alarcón, Moya y Cañete al infante don Pedro de Aragón. Tomo II: Libro XXIII, cap. IX, intento de boda de Pedro Girón, maestre de Calatrava, con la infanta Isabel, y arranque racial de Beatriz de Bobadilla. Cap. XIII, entrega del alcázar de Segovia a Cabrera. Libro XXIV, cap. I, presiones del Pacheco para obtener el alcázar de Madrid, y resistencia de Cabrera, que opta por reunir a los hermanos Isabel y Enrique en Segovia, 1474. Reconciliación y comida fatal para Enrique. Cap II, la infanta Isabel, rehén de los Cabrera en Segovia. Libro XXV, cap. X, se gana Málaga, presente en el cerco Andrés de Cabrera, y tiene lugar el episodio del moro fanático en el campamento, véase Pulgar. Libro XXVIII, cap. XXII, se resisten los Cabrera a entregar el alcázar de Segovia, y lo hacen por presiones de la reina Juana y Felipe el Hermoso, que se desplazan con fuerzas hasta allí. Libro XXIX, cap. II, a la muerte del rey Felipe, retornan a Segovia los marqueses de Moya, con la pretensión de cobrar el alcázar, y toman las puertas de la ciudad y la iglesia Mayor. Cap. V, cercado el alcázar, obliga Cabrera a salir de Segovia a todos los vecinos que no son de su facción. Alonso Enríquez, almirante de Castilla, el marqués de Villena, el conde de Benavente y Andrea del Burgo juntan gente para ir contra el de Moya, que "tiene apretada Segovia" (1506). Cap. VI, tras seis meses de cerco, toma Segovia el marqués de Moya, con ayuda del duque de Alburquerque, el duque de Alba, Antonio de Fonseca y el condestable de Castilla (15/Mayo/1507).

55. MÁRTIR RIZO, Juan Pablo.- "Historia de la muy noble y leal ciudad de Cuenca". Madrid, 1629. 330 págs., fol. Hay ed. moderna: Cuenca, 1974.

Obra de inevitable consulta, la más clásica de las fuentes de Cuenca. Extensa información sobre los marqueses de Moya en los caps. IIII (sic) y V; los Albornoz, cap. VI. En el cap. V hay también referencia a los condes de Chinchón, mayorazgo de los Cabrera por concesión de los Reyes Católicos. De esta rama, que comienza con Fernando de Cabrera y Bobadilla, hijo de los primeros Marqueses de Moya, tenemos buena información en la Colección Salazar, Mss 9/52, 9/70, 9/111, 9/112, 9/113, donde queda clara su importancia en la corte de los Austrias, véase por ejemplo las abundantes referencias que da G. Marañón en su Antonio Pérez, 1963, en especial págs. 162/163. Véase también Pinel y Monroy, págs. 339, 354 y 373. Hay epitafios de los tres primeros Condes de Chinchón en la Col. Salazar, 9/319, ff 45 a 46v.

56. MEMORIAS DE D. ENRIQUE IV DE CASTILLA, tomo II. Contiene colección diplomática, compuesta y ordenada por la Real Academia de la Historia. Madrid, 1835-1913.

Véase documento CXCIII, cambio otorgado entre Enrique IV y Juana de Luna, marquesa de Villena, de las villas de Requena y Mira por otra, cuyo nombre se deja en blanco (147...); documento CXCIV, 1472, seguridad dada por el Maestre de Santiago al mayordomo Andrés Cabrera de volverle a entregar la fortaleza de Madrid si no tuviese efecto el casamiento de la Princesa doña Juana con el Infante don Enrique de Portugal (1472); documento CXCV, 1472, Seguridad otorgada por Andrés de Cabrera al Maestre de Santiago y dos más, de entregar quince cuentos de maravedís al Infante don Enrique quince días después de que se efectuase el casamiento tratado en el protocolo anterior; documento CXCIX, 1473, Capitulación otorgada por Andrés de Cabrera con la Princesa doña Isabel, para que el Rey don Enrique su hermano se juntase con ella y su marido el Rey de Sicilia don Fernando; documento CC, 1473, Capitulación otorgada entre Andrés de Cabrera, y doña Beatriz de Bobadilla su mujer con el Conde de Benavente, obligándose a ayudarse mutuamente para que se declarase la sucesión de estos reinos en favor de la Princesa doña Isabel; documento CCI, 1473, Asiento celebrado entre el Rey don Enrique y Andrés de Cabrera su mayordomo para la entrega del alcázar de Madrid; y CCII, 1474, Capitulación entre el Conde de Benavente, Andrés de Cabrera y el doctor García López de Madrid sobre los asuntos del reino. Hay otros muchos documentos, no menos importantes, de diversa incidencia en los acontecimientos inmediatamente anteriores a la toma del poder por los Reyes Católicos.