Capítulo I

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78. SALAZAR Y CASTRO, Luis.- "Historia genealógica de la Casa de Lara", Madrid, 1694-97. 4 vols. El 4º son las pruebas documentales.

Moya bajo los Albornoz, en el Tomo III, Libro XVI, cap. IV, con la donación de Avengamar a P. Fernández y P. Vidas; Libro XIX, cap. XVIII, con una lista de los señores de Moya de 1222 a 1259; Moya bajo los Lara, Libro XVII, cap. VIII. Andrés Cabrera en Tomo I, Libro VII, caps. II y III. Obtiene D. Luis la información de su extensa y magnífica colección documental, para cuya consulta remitimos al "Indice de la Colección de D. Luis de Salazar y Castro", de Antonio de Vargas-Zúñiga y Montero de Espinosa, y Baltasar Cuartero Huerta, Madrid, Real Academia de la Historia. 1949-79. 49 vols., con índices variados y completísimos. Para una búsqueda preliminar de catálogos, recomendamos "Manuscritos de España. Guía de Catálogos impresos", de Julián Martín Abad. Madrid, 1989, 326 págs.

79. SANTA CRUZ, Alonso de.- "Crónica de los Reyes Católicos. (1491-1516)". Edición de Juan de Mata Carriazo. Escuela de Estudios Iberoamericanos de Sevilla, 1951. 2 vols. de 682 y 658 págs., respectivamente.

Véase el testamento de Isabel, en la primera parte, y los caps. IX, XXXIII y XXXVII de la segunda, con reseña de los postreros acontecimientos de Segovia, y la muerte de los primeros marqueses de Moya.

80. SANZ y DÍAZ, Clementino.- "Documentos del Archivo de la Catedral", Cuenca, 1965. 151 págs, 4º. Fuentes para la Historia Eclesiástica de Cuenca, II. Relación cronológica de 1229 documentos esenciales, de entre los que destacamos 45 que de una u otra forma interesan a Moya, su entorno y personajes. No era posible consultar estos fondos en 1996. Hay copia de algunos documentos del mismo en B/N Mss. 13.071, micro 5879.


81. STUART FALCO, Fitz James, Duque de Berwick y de Alba.- "Noticias históricas y genealógicas de los estados de Montijo y Teba, según los documentos de sus archivos". Madrid, 1915. 380 págs., fol.

Tenemos la transcripción de varios documentos esenciales para la historia del marquesado en el cap. Casa de Moya. Véase doc. XCII, Ascendencia de Doña Beatriz de Bobadilla; doc. XCIII, Seguro de promesa de Enrique IV a Dª Beatriz de Bobadilla; doc. XCIV, Merced otorgada por Enrique IV a la Marquesa de Moya; doc. XCV, Título de Marqués de Moya (remite a Pinel, págs. 268-70); doc. XCVI, Merced de la Copa de Oro al Marqués de Moya; doc. XCVII, Enterramientos de los Marqueses de Moya, y por fin, doc. XCVIII, "Octavario festivo, o relación de las Fiestas que durante 8 días se celebraron en Moya en acción de gracias a San José y a Santa Teresa por el nacimiento de la hija primogénita de los Marqueses D. Diego López Pacheco y Dª Luisa Bernarda Cabrera y Bobadilla, llamada en el bautismo Teresa Antonia Josefa. (1º a 8 de Mayo de 1628). Escrita por el capellán Constante Félix". Deliciosa narración de una auténtica fiesta barroca plena de esplendor, con torneos, justas poéticas, danzas, escaramuzas, carreras, músicas, bailes, procesiones, fuegos de artificio, teatro y, ¿cómo no?, toros. De la importante afición de nuestras gentes a la fiesta nos habla Muñoz y Soliva, Cuenca, vol. II, págs. 724/727, donde se detalla una corrida en Cuenca en honor de Felipe IV, con la presencia muy activa de lidiadores del Marquesado de Moya, entre otros. Para un mayor disfrute de estos relatos, véase "El ocio en la Biblioteca Nacional", Madrid, 1985, Ministerio de Cultura, variada selección de textos de Mª Luisa López Vidriero. Además, para saber de una fiesta de toros de la época, José María de Cossío, "LOS TOROS. Tratado técnico e histórico", Madrid, 1961, Una fiesta real de toros en tomo IV, págs. 837/842, donde se describe con lujo de detalles una corrida en 1623, sólo cinco años antes de la fiesta en cuestión, y no perderse el documentado estudio de Maravall sobre el interesantísimo asunto de las fiestas barrocas en "La cultura del Barroco", Barcelona, 1990, cap. 9, “Novedad, invención, artificio”, con fuerte aparato bibliográfico. Ofrece el documento de Constante Félix otros datos de interés cuyo análisis abordamos en su momento (Artículo “Fiestas de Moya”, en El Día de Cuenca, agosto de 1998). Por ejemplo, aclara que en salón de palacio caben 600 invitados, suponemos que muy apretados. Se reunen para presenciar una representación teatral, día 4 de mayo, espectáculo predilecto del marqués y de su pueblo a tenor de la curiosa circunstancia de quedar a la puerta de la casa más de mil, y de otras representaciones. Véase lo que dice Maravall sobre las fiestas barrocas y la ostentación, págs. 487/88, poniendo como ejemplo las que se celebran en Madrid en 1627, un año antes, por la curación del rey, y la necesidad de desplegar estas fiestas en concentraciones urbanas. No es Moya una excepción. Se constata el nacimiento de Teresa Antonia Josefa en el segundo manuscrito de Don Gerardo González García, libro 99, de bautismos, año de 1628, parroquia de la Santísima Trinidad, así como otros miembros de la familia lo están en diferentes libros parroquiales, lo que nos lleva a suponer con cierto fundamento que, cuando menos, vivieron largas temporadas en Moya el V, VI, VII y VIII marqués, si bien este último, D. Diego Roque López Pacheco, sabemos que pasó unos años en México, y en Navarra, en el desempeño del cargo de virrey, además de estar ya para entonces casado en segundas nupcias con una descendiente de las casas de Béjar y el Infantado, ya que la marquesa Luisa Bernarda había fallecido diez años después del nacimiento de Teresa. También pudo haber vivido en la Villa el II marqués, Juan Cabrera, aunque en este caso nos basamos en una suposición más endeble, ya que nos limitamos a los datos que sobre las Comunidades nos aportan varias fuentes, como el Retrato, págs. 401/402, y la extensa recopilación de documentos bajo el título "Historia de las Comunidades de Castilla", de Manuel Danvila, tomos XXXV a XL del M.H.E., en que se refiere algunas acciones del marqués en Moya, Cuenca y Valencia, ver Gutiérrez Nieto, Las comunidades. Para las sustanciales mercedes y privilegios que obtienen los Marqueses de Moya, fundamentalmente de los Reyes Católicos, ver Pinel, libro II, caps. IX, XIV, XV y XVII, Pilar Rábade Obradó, y Pilar Molina Gutiérrez. Sobre el Privilegio de la Copa, véase "La copa de oro de los marqueses de Moya", del Duque de Alba, cap. IV de esta relación, y una bibliografía del mismo en HISPANIA, tomo XIII, 1953, "El duque de Alba", artículo de Julián Paz. No era ajeno Don Diego Roque al gusto por ceremonias brillantes y multitudinarias, muy de la época. Véase Lewis Hanke, y sobre todo Gutiérrez de Medina. En cuanto al hecho curioso de poner a la marquesina el nombre de Teresa, nuevo y desconocido entre las mujeres de la familia, induce a suponer que están los marqueses inevitablemente inmersos en la muy hispana polémica que por aquellos años sacude el suelo patrio: el copatronato Santiago/Santa Teresa. En efecto, entra con energía desmedida al ruedo literario el mismo año de 1628 una de las más atrayentes obras de Quevedo, que lleva por nombre "Su espada por Santiago", cerrada defensa del Apóstol, que cabalga a hombros de D. Francisco en una de sus últimas y más significativas batallas (después de haber matado once millones quince mil y pico moros en más de 4.800 batallas campales), poco después que los carmelitas descalzos y Felipe IV consiguieran que Paulo V aprobara el copatronato (1618), enfrentando con ello al apóstol con la santa de Avila. Véase también Col. Salazar, 9/429, ff 145/147, breve de Urbano VIII confirmando el copatronato en 21/7/1627, aunque revoca el edicto en 1629 a petición del cabildo de Santiago de Compostela, naturalmente. Quedará zanjado el asunto nada menos que en la Cortes de Cádiz. Magnífica y esplendorosa gesta de unos y otros, en todo muy semejante a las tantas polémicas que de modo incomprensible para un espíritu racionalista han conseguido involucrar a todos los estamentos de la Patria en lucha sin cuartel. Ya había cabalgado Santiago lanza en ristre en la temprana guerra dialéctica que entablaran Beato, abad de Liébana, y Elipando, arzobispo de Toledo, en los albores de la Reconquista, y nada tienen que envidiar otras contiendas nacionales, tan fáusticas y demoledoras como la que genera por aquellas fechas el dogma de la Inmaculada Concepción o, salvando las distancias, Lagartijo/Frascuelo, Joselito el Gallo/Belmonte, etc. En cuanto a la polémica del copatronato, véase Américo Castro, "España en su historia. Cristianos, Moros, Judios", Ed. Crítica, Barcelona, 1984, cap. IV, pág. 168 y ss., y el opúsculo de Quevedo, en B.A.E., XLVIII, págs. 426/462. Hay que decir que ya en 1543 ha sido editado el “De revolutionibus”, de Copérnico, y Kepler ha enunciado la ley de las areas en 1619; que Galileo ha descubierto el isocronismo del péndulo en 1581, los satélites medíceos en 1610, y dará a luz la física moderna al publicar sus Diálogos en 1632 con el resultado de todos conocido, en claro enfrentamiento al mismo Urbano VIII que había sido uno de sus mejores amigos, no debiendo pasar por alto que a mediados de la centuria anterior el dominico español Domingo de Soto había genialmente formulado por primera vez la ley de caída de los graves; que Gilbert ha editado su “De Magnete” en 1600, y Francis Bacon el “Novum Organum” en 1620; Fabricius ha descubierto en 1596 la primera estrella variable, Mira Ceti, mientras Vieta, unos años antes, creaba el cálculo algébrico y calculaba el número pi con diez decimales; y en fin, por no exceder el espacio que nos proponemos, que Harvey ha dado a conocer justo en 1628 su “De Motu Cordis”. En 1618, el nunca bien ponderado Martín González de Cellorigo, ha dicho en su conocido Memorial que “España se ha convertido en una República de hombres encantados, que viven fuera del orden natural de las cosas”, y doscientos años más tarde, el general Maximilien Foy, que “Le peuple espagnol a brillé sur la terre sans avoir traversé la Civilisation”, véase “Histoire de la guerre de la Peninsule”, tomo II, libro IV. Sin embargo, españoles al fin, nosotros también tomamos partido, vivimos desviviéndonos, que diría Américo Castro, y optamos por Teresa, excelsa mujer que agarra el cielo con las manos y lo introduce en nuestros corazones: Vivo sin vivir en mí... Lo demás, nos importa menos.

82. SUÁREZ DE ALARCÓN, Antonio.- "Relaciones genealógicas de la Casa de los Marqueses de Trocifal, Condes de Torresvedras...". Madrid, 1656; 792 págs., fol.

Importante fuente para los Ruyz de Alarcón, señores de Valverde, Talayuelas y Las Veguillas. Además, los Castilblanque, libro III, cap. VIII; y Alvaro de Moya, a quien se nombra en 1327 para el deslinde de Moya y lugares de Valencia, pág. 231, véase también Colección Salazar, 9/4, fº 122, carta de Alfonso XI de Castilla a Jaime II de Aragón, en la que le anuncia el envío de Alvaro de Albornoz para que en unión de otro caballero aragonés fijasen los términos y límites de Moya con el reino de Aragón, Marzo de 1327. Los Villodre, familia de procedencia de Garci Fernández de Villodre, alcaide de la fortaleza de Moya, mayordomo mayor y hombre de confianza del rey Pedro, en cap. VII, págs. 227 y 228. Ver Díaz Martín, "Itinerario de Pedro I de Castilla". Contiene las Relaciones extenso apéndice: escritura CXI, año 1212, donación y confirmación de Alfonso VIII de ciertas casas en Moya a la Orden de Calatrava, documento hoy perdido que perteneció a la Col. Salazar; y escritura CXII, año 1222, donación de Martín Muñoz de Finojosa a favor de Gonzalo Garcés, "mio Cavalero", de la mitad de la heredad de Moya con todos los términos, Colección Salazar, Ms 9/815, ff 39 y 39v. Sobre el linaje de Alarcón, véase Mateo López, vol. II, págs. 209 y ss.

83. TORRALBA, Germán.- "Episodio de la guerra civil del Centro". Madrid, 1876. 147 págs. 8º.

Narra la toma de Cuenca, y el paso por el marquesado en la retirada, tercera Guerra Carlista. Véase resumen en Ballesteros, Utiel, pág. 762 y ss.

84. TORRE Y DEL CERRO, A. de la; y TORRE, E.A. de la.- "Cuentas de Gonzalo de Baeza. Tesorero de Isabel la Católica". CSIC. Madrid, 1955-56; 2 vols., 4º. Transcripción de los legs. 6 y 15, Contaduría de Rentas, Archivo de Simancas. Contabilidad del tesorero particular de la reina, entre 1477 y 1504. Miles de asientos correspondientes a la administración doméstica, y gastos extraordinarios. Un documento excepcional que nos acerca de modo directo a la vida cotidiana de la Corte. Incluidos, cómo no, los sueldos, o quitación, y sobresueldo, o ayuda de costa del personal, así como gastos de vestuario, ajuar, etc. Una somera toma de contacto con este enorme caudal de información permite obtener algunas conclusiones muy interesantes, ya que por ejemplo, tomando las cantidades recibidas en diversos conceptos por las damas del entorno próximo de la reina, se aprecian diferencias muy significativas que inducen a pensar directamente en el grado de importancia o implantación del personaje en cuestión en el favor real. Revisando las cantidades para el caso de Beatriz de Bobadilla, Teresa Enríquez, esposa de Gutierre de Cárdenas, Comendador Mayor de León, y Beatriz Galindo, La Latina, las tres mujeres más próximas a Isabel según Félix de Llanos y Torriglia, "En el hogar de los Reyes Católicos y cosas de su tiempo", cap. “Tres amigas de la reina”, pág. 85 y ss., apreciamos en primer lugar una preponderancia absoluta de las dos primeras, con ventaja evidente para la Bobadilla, que en el período señalado recibe 480.000 Mrs. de quitación y 2 quentos y 320.000 Mrs. de ayuda de costa (2.320.000 Mrs.), mientras que la Enríquez recibe por los mismos conceptos 240.000 Mrs., y 1 quento y 860.000 Mrs., respectivamente. En cuanto a La Latina, no tenemos más remedio que recordar la opinión del mismo Antonio de la Torre, en "Unas noticias de Beatriz Galindo, La Latina", HISPANIA, LXVII, 1957, en el sentido de poner en duda su cargo de preceptora de latín de la reina, ya que en primer lugar los maestros de la Corte se especifican con toda claridad al recibir sus emolumentos, y son Fray Andrés Miranda, Fray Pedro de Enpudia y Fray Diego de Deça, y en segundo lugar, a La Latina se la nombra por apelativos tales como criada, moça y otros, propios de la servidumbre de rango inferior en la Corte. Se sabe, por otra parte, que la reina tenía cierto dominio del latín, véase por ejemplo carta de Fray Hernando de Talavera, dic. 1492, en la que intercala frases latinas, Clemencín, Elogio, págs. 359 y ss. Pero véase el hermoso trabajo de Mª Dolores Gómez Molleda, "La cultura femenina en la época de Isabel la Católica. Cortejo y estela de una reina", en la R.A.B.M., LXI, 1955, págs. 137/195, donde se da un repaso al ambiente cultural de la Corte, con semblanza de algunas damas especialmente significadas. En cuanto a las cantidades percibidas por Beatriz Galindo, y los conceptos, corresponden perfectamente a su condición, ya que no recibe quitación alguna hasta 1498, y muy inferior a la de Beatriz y Teresa: 15.000 Mrs, inferior incluso a la percibida por el resto de damas de compañía de la reina: 27.000 Mrs al año. Hasta ese momento, todas las cantidades son en concepto de vestuario y tejidos diversos, como el resto de la servidumbre. Al respecto, es interesante señalar la preponderancia de los negros, de diferentes calidades, sobre todo a partir de 1489, y las cantidades, digamos que son comparativamente modestas: 261.318 Mrs. en telas y vestidos, y 120.000 Mrs. por quitación. Para un conocimiento detallado del gusto imperante en la Corte en materia de telas, incluidos los precios, véase "Las telas extranjeras en la Corte de los Reyes Católicos", de A. de la Torre, en VI Congreso de Historia de la Corona de Aragón, celebrado en Cerdeña, diciembre de 1957, págs. 831 a 839, Madrid, 1959; o bien, Carmen Bernís, "Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos", Madrid, 1978.

Finalmente, destacar que no hay otra persona en la corte que perciba honorarios tan altos como los de Beatriz de Bobadilla, según Las cuentas de Gonzalo de Baeza, como era de esperar, pues ya se sabe que "Después de la Reina de Castilla, la Bobadilla". Todo hace pensar que conservan los privilegios a lo largo de su vida, véase Ladero Quesada, "La Hacienda Real en Castilla en el siglo XV", La Laguna, 1973, apartado Relaciones de gastos ordinarios por libranza entre 1480 y 1504, A.G.S., Esc. Mayor de Rentas, leg. 17 a 93, donde viene claramente reflejado: perciben, entre 1480 y 1500, más de nueve millones de maravedís. Además, el matrimonio Cabrera recibía las sumas más elevadas de la Corona en 1503 y 1504, Ladero Quesada, "La hacienda real en Castilla en 1504. Rentas y gastos de la Corona al morir Isabel", en H.I.D., nº 3, págs. 309/345, apartado de Ayudas de Costa, Mercedes, Limosnas: año 1503, 700.000 Mrs., y lo mismo en 1504., lo que advierte Rábade Obradó, pág. 894. Y lamentar no haber encontrado asientos de vestuario para la marquesa de Moya, lo que habría permitido conocer sus gustos en la materia. A cambio, nos la imaginamos vestida de tisú y oro (Mártir de Angleria, epístola 63, a Juan Arcimboldi, Arzobispo de Milán). Consúltese "Testamentaría de Isabel la Católica", del mismo Torre, donde hay dos asientos de la marquesa que especifican la compra de unas varas de cinta de oro tirado (pág 128), y de un paño grande de lana de seda (pág. 305) que, aún a riesgo de equivocarnos en una especulación tan hermosa, permite suponer a doña Beatriz un gusto refinado por el oro y las sedas. ¿Qué perdemos con ello?. Por otra parte, hace alarde la marquesa de Moya de nobiliaria esplendidez en sus regalos. En efecto, véase Clemencín, Elogio, Ilustración XII, Doc. III, pág. 335, sobre diferentes gemas que son incorporadas a la corona real, procedentes de cuatro ricos joyeles que Beatriz regala para la cámara de la reina en 1477, de nombres Hoja de Berza, La Onza, La Corona y El Camaleón.

Las relaciones de La Latina con Isabel y Beatriz de Bobadilla, en el Retrato, pág. 328, donde se dice que doña Beatriz "Fue muy inclinada a saber, y a la lección de escritos de hombres sabios, habiendo alcançado mas que mediano conocimiento del idioma Latino, teniendo por Maestra a Doña Beatriz Galindo, a quien llamaron la Latina, que lo fue de la Reyna, no permitiendo estos dos grandes espíritus darse por vencidos del sexo, para conformarse con la ignorancia", y hay que decir que debe inspirarse en Fernández de Oviedo y el Padre Sigüenza.


85. TORRES FONTES, Juan.- "Estudio sobre la Crónica de Enrique IV, del Doctor Galíndez de Carvajal", Murcia, 1946; 546 págs., 4º. Edición y comentarios de la "Crónica de Enrique IV", de Enríquez del Castillo, con adiciones de Galíndez de Carvajal.

Véase año 1462, cap. 41, introducción de Cabrera en la Corte de Juan II. Año 1468, cap. 103, Cabrera en el gobierno de Segovia. Año 1469, cap. 104, alcaide del alcázar de Madrid. Año 1470, cap. 121, alcaide del alcázar de Segovia. Año 1471, cap. 127, suceso de Alcalá, y cap. 131, queda Cabrera en Segovia a la guarda de la reina Juana y su hija. Año 1472, cap. 141, tumultos de Segovia. Año 1473, cap. 142, resistencia del alcaide a entregar los tesoros del alcázar; cap. 143, resistencia de los Cabrera a entregar las puertas de San Juan y San Martín, y alianza con el Cardenal Mendoza; cap.145, Pedro de Cabrera, hermano de D. Andrés, es hecho prisionero en la toma de Alanís (Sevilla); cap. 146, reconciliación de Segovia; cap. 147, paseo por las calles de Segovia de Isabel y Enrique; y cap. 148, entrevista de Enrique y Fernando.


86. TORRES MENA, José.- "Noticias conquenses, recogidas, ordenadas y publicadas por D. ...". Madrid, 1878. 925 págs. 4º.

Enorme recopilación de datos del mayor interés, con amplia reseña del trasporte fluvial (gancheros), caminos pastoriles, itinerarios militares, etc., y un nomenclator con noticias históricas diversas. Toma su información de las fuentes clásicas, que en el caso de Moya son el P. Bermejo, Estrada, Muñoz y Soliva, y Muñoz y Romero, y ofrece datos dispersos de Agustín Isidro Zapata y los Navarro Zamorano, remitiendo a su biografía de D. Ruperto. Alude, entre otros datos, a la concentración en Moya de las familias afectas al bando liberal, elemento real que encontramos en la novela de Pío Baroja "La nave de los locos", al referirse a la zona de Cañete en la guerra carlista, véase pág. 313 y ss. en la edición de F. Flores Arroyuelo, Col. Letras Hispánicas nº 269, de CATEDRA. Hay en el prólogo de Torres Mena amplia reseña de chorografías y mapas de la zona, de los que resaltamos el de Bartolomé Ferrer Pertusa, 1692, y su versión de Tomás López, 1766, con reimpresión en 1830, véase B/N Mss. 411, "Mapa corográfico de la provincia y Obispado de Cuenca, en Castilla la Nueva", con núcleos de población, hidrografía y caminos, y estadística de población en 1802; el Mapa de la Provincia y Obispado de Cuenca, 1869, por D. Luis Mediamarca Soto, y otros. Nada se sabe de un mapa del Obispado de Cuenca, de B. Porreño, 1622, hoy perdido y que pudo haber inspirado el de Ferrer.